Oh esclavos gigantes que habéis construido sociedades y pintorescos palacios, erguidas estructuras de coraza histórica; que con sus manos de energía abrazadora hicisteis de argamasas fantásticos ensueños románticos de calzadas de amor. Mis esclavos bellos de finos retoques. Cambiasteis la corteza terrestre con encantos y seductores detalles. Has estado ahí siempre con sus jiras de harapos oprimido, explotado dando tonalidades diversas al mundo; moviendo la materia, transformándola, creando la belleza y riqueza prisionera en el amo esclavista; tu gloria, la existencia humana con sus dichas y miserias juntas.

 

¿Y es qué te has acostumbrado tanto a ser esclavo oh proletario que no piensas botar tus andrajos cual armadura blindada rompe toda dificultad para entregar a los hombres la felicidad arrancada a la naturaleza? ¿Tus glorias, qué has hecho con ellas, con las que has vencido monstruos fabulosos y ciegos energúmenos? No digáis que estáis conformes sin dominar el mundo que os aplasta; sin surgir cuan masa calcinante que funde a su paso el silencio mineral haciendo un solo movimiento universal, de pistones, de ciclos inverosímiles, de procesos infinitos y de ternura sin límites.

 

Te han dejado ver en la historia ganado esclavo, instrumento parlante y llenando los graneros del señor, oh siervo, que trueca  las flores en fruto del jornal o medianía ¿cómo es que estuviste tanto tiempo adscrito a la tierra del amo sin que mezclara tu fuerza de cíclope  con tu rebeldía? Pero oh, esclavo, siervo has vencido siempre y has sabido vencer con su trabajo; con horadar sellaste como impronta las líneas del progreso siguiente. Proyectaste al hombre más cultivado en la ciencia de tu historia, al proletario, aquel que se abre paso rompiendo todo esquema pétreo entonando una melodía de libertad y el cántico sublime del comunismo: la plusvalía de la producción social para la felicidad de todos los hombres que habitan la tierra.

 

DIRECCIÓN COLEGIADA GENERAL