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11 de julio de 2022

EL "CAPITALISMO DEMOCRÁTICO" DE PETRO, LA MEDIOCRIDAD PROGRESISTA

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Por Leonid Jimenez

La crisis del capitalismo genera angustia en burgueses y pequeñoburgueses de todo tipo. Ven como toda esa armazón que sostiene la sociedad capitalista se desploma tras sucesivas crisis recurrentes invadiéndolos la ansiedad ante la realidad de las contradicciones que no pueden evitar, ni prevenir. No pueden hacer más que recurrir a la ideología producida por su instinto de clase, así la presenten como teoría. En esa búsqueda para mitigar su angustia últimamente rebuscan, desempolvan ideas, concepciones, recetas que en otro tiempo se mostraron como novedosas y curas definitivas a las contradicciones propias de este sistema. En un  momento  de la historia  ante la debacle de la economía capitalista  y sus lastres surgieron los “socialistas utópicos”, los “socialistas pequeñoburgueses”, los “socialistas burgueses”, todo ese universo de gentes del que ya hablaron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista. Hoy se reproducen con versiones más contemporáneas las  ideas anticuadas a través de formulaciones que pretenden aparecer como más teóricas, más científicas buscándole con afán, en esa angustia, un adorno al  modo de producción y hacerlo más atractivo, o con la pretensión también de evitarle sus crisis; proponen  hacerlo  “amable”, más “humano”, más “democrático”, más “progresista”. Toda una corriente económica y política que durante el siglo XX se movió para incidir en el movimiento social, proletario, de masas y se resignara este a aceptar el modo de producción capitalista como único y ante cualquier otro por lo “inevitable” o ser “el mejor”. Pero los resultados fueron mediocres. El “bienestar humano” no llegó, y las crisis no cesaron. El keynesianismo, la nueva fórmula, la nueva versión de esas ideas no funcionó. No funcionó el “Capitalismo de Bienestar”, el “Estado de Bienestar”, el “Capitalismo Democrático”; no podía funcionar porque no se dieron cuenta, o no querían, de que los monopolios ya dominaban y que se estaba en una fase distinta del capitalismo, la lucha por el dominio del mercado mundial sin importar las consecuencias que ello implicara. Así es la “mundialización del capital”. La reacción fuerte, conservadora vino por parte del neoliberalismo y sus adeptos. Ya el keynesianismo, sus formulaciones, el capital no las aceptaba porque su crisis no lo permitía, necesitaba otra receta para su deplorable situación, su agotamiento necesitaba otra más eficaz.

     Hace rato la realidad tozuda demostró que tampoco la receta de los economistas neoclásicos, del neoliberalismo fue eficaz. Ahora la sacudida es más violenta y toda la sociedad capitalista se precipita irremediable al abismo, al despeñadero. Será la guerra mundial-nuclear, la crisis climática, la extinción humana, o una nueva forma de organizar la sociedad, el modo comunista de producción como forma de organización social que devendrá.

     ¿Qué propusieron hoy los nuevos curanderos del capitalismo? Desempolvar esas ideas ya caducas, inanes. Otra vez “Estado regulador” y más “Capitalismo Democrático”, más “Capitalismo progresista”. Más de 20 años en América Latina y nada que funciona. Esos progresismos que tienen como gurú de cabecera a personajes de la talla de Joseph Stiglitz, por ejemplo, premio nobel de economía, que propone un “nuevo contrato social” tal como lo propone también el “progresista" presidente Gustavo Petro para aliviar al capital. Una copia de la copia, o la admiración por la Mazzucato.

     El “Capitalismo democrático” de Petro es una bagatela ante el desarrollo histórico de la sociedad moderna. Mayores cuotas de productividad, ese es su gran “apuesta”. “La base económica en Colombia está configurada fundamentalmente por millones de pequeñas empresas, con muy poca capacidad asociativa. Es una economía de mercado muy simple. No es capitalismo lo que hay allí, es una forma pre-moderna de actividad económica”, dijo al diario El País. Un reflejo este de su mediocridad y su arribismo que lo invade. Querrá un gran capital entonces. Dice que se asociará con EEUU para hacer la reforma agraria aplazada. Entonces pensará Petro que la “democratización del capitalismo” se hará mediante la titulación de tierras productivas al capital transnacional, con agroindustria, con “asociatividad” del capital, es decir al parecer no se inclinaría mucho por la pequeña propiedad agrícola. No se inmuta ante la lógica del gran capital, en eso si no está dispuesto a intervenir con  el Estado mediante sus normas, así son sus declaraciones, de neutralidad  total, es decir tampoco está en contra de la concentración de capitales. La “clarividencia” de Petro en torno a lo que debe ser un sistema económico productivo lo lleva a ser “antiextractivista”, es decir nada que tenga que ver con las materias primas, una cosa loca cuando Colombia no posee tecnología, ni la tendrá a mediano plazo, en competencia con las grandes potencias tecnológicas que le llevan generaciones de adelanto. Las grandes economías capitalistas pasan angustia por no poseer materias primas que las necesitan urgentemente.

     Capitalismo y clima global es antagónico. Hablar de “desarrollar el capitalismo” resulta contradictorio si se está a favor de combatir el cambio climático, ¡qué galimatías la del presidente Petro!

     La “reescritura de las normas del mercado” tal como lo proponen los nuevos progresistas en su apologética del nuevo “Capitalismo Democrático” para generar “oportunidades” y “mercados incluyentes” no son más que ideas que reflejan la mediocridad y las fantasías de la pequeña burguesía, ideas que pretenden volver políticas de Estado. El propósito es una alianza con el capital, con la burguesía, para seguir explotando al mundo del trabajo, pero a la vez para que en un acto de contrición farisaica mostrarse ante las masas proletarias como grandes filántropos, fieles devotos de la “igualdad social” que paradójicamente siguen llamándola “igualdad de oportunidades” en esa jerga-manía de los últimos decenios neoliberales en que se ha sumergido a la población como un dominio cultural y del lenguaje burgués.  

     Como para el liberal socialdemócrata Petro, el antimarxista Petro, “el socialismo ha fracasado” no tiene empacho en adherirse fielmente al capitalismo, a su forma social de producción, a la explotación del trabajo, sin escrúpulos, sin miramientos. No encuentra otras salidas dentro de su mismo sistema de ideas caducas, las del liberalismo, le toca reciclar formulas ya ensayadas. Nada original.

     El concepto de “Capitalismo democrático” se promovió durante todo el siglo XX con un sistema de ideas originadas en paladines del imperialismo estadounidense, en algunos con una dosis grande de teología cristiana-católica. Los apologistas veían este modelo en su existencia solo en EEUU. Se destacó el filósofo y diplomático católico Michael Novak por allá en los años 80s, diplomático de los presidentes Carter y Reagan, por sus escritos y formulaciones. Expuestas en su libro “El espíritu del Capitalismo Democrático” son tres sistemas en uno: “una economía predominantemente de mercado; una organización política respetuosa de los derechos del individuo a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; y un sistema de instituciones culturales movido por los ideales de libertad y justicia para todos”. Novak pasaba del “socialismo democrático” al “Capitalismo democrático”. Se preguntaba también en esos años por qué no ha existido “Capitalismo democrático” en América Latina y sugería que era porque no existía un “ethos cultural” propicio consistente entre otros en “la creatividad, espíritu innovador, vocación por independencia personal, disciplina”. Luego de que Petro dice que el socialismo ha fracasado y “apuesta” ahora por el “Capitalismo democrático”, ¿el espíritu de Petro está invadido por ese “ethos cultural” y lo piensa socializar en las masas proletarias ya como gobierno? ¿Lo que constituye el “ethos cultural” descrito es la base de su propuesta de “productividad” para “generar riqueza”? ¿Esa es su propuesta de la sociedad del conocimiento o a la manera de Stiglitz?

     Petro en su papel de reciclador de ideas caducas está decidido a “desarrollar el capitalismo” en Colombia, obviando que es precisamente este sistema el que crea desigualdad y pobreza. Como un liberal redomado entrará en una contradicción, o es simple demagogia, porque dice que buscará la “justicia social” cuando precisamente el capitalismo es un sistema cuya naturaleza es la reproducción de las desigualdades, la explotación y reproducción de masas asalariadas pobres, la acumulación de capital y la generación de ganancias para beneficio de una minoría. Es seguro que su angustia se acrecentará cuando caiga de bruces ante la realidad de las crisis y las masas retomen el camino de la revuelta social, de los estallidos sociales que se vislumbran a pesar de la cooptación que tratará de hacer de los movimientos organizados de las masas proletarias.            

 

                                   

 

                     

                      

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