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EDITORIAL

Septiembre 22 de 2022

NI ESTADO NI GOBIERNO PROLETARIO IV

En el fondo la amazonía, la imagen del tío Sam, la jefe del comando sur junto a Petro, el descargue de black howk.

La burguesía colombiana además de ser la más criminal de América Latina es y continuará siendo la más lacaya, servil y ruin ante los dictados del imperialismo norteamericano al interés sin límite de la gran burguesía de EEUU. Hizo del Estado colombiano un Estado títere y por medio de este, EEUU mantiene una presencia vigilante y de control –y como plataforma militar de lanzamiento- de toda la región de América Latina y Africa tanto en el plano militar como político. Con el gobierno Petro esta realidad geopolítica de injerencia imperialista en el país para control de la región sur-sur no va a cambiar mucho y por el contrario se profundiza, se vuelve más sólida, se consolida.

     Las primeras reuniones entre los gobiernos Biden-Petro, sus declaraciones, son un indicio de que el Estado colombiano no mantendrá independencia del Estado imperialista de EEUU. Es necesario recordar las simpatías de Petro por los demócratas y sus manifestaciones de que coincidían con el presidente Biden en una “propuesta progresista”, “de la misma estirpe”, declaración en su momento cuando era candidato. Petro ha puesto el tema del “cambio climático” como el más relevante en el interés de ambos gobiernos a sabiendas de que EEUU se pone al margen de los acuerdos internacionales sobre este asunto. Ni siquiera la renegociación del tratado de libre comercio (TLC), añoranza de la izquierda tradicional en sus discursos ha cobrado la atención principal. Hoy lo vemos en el escenario de las Naciones Unidas exorcizando a los imperialistas, pidiéndoles que dejen de ser lo que son como la manifestación más elocuente del idealismo utópico que profesa poniendo por problemas cruciales de la humanidad la coca, el petróleo y el carbón en vez del reparto a manos de unos pocos de la plusvalía extraída a los proletarios en el mundo como la real amenaza de la destrucción de la humanidad. Asuntos todos de resolver por el proletariado en el poder.

      Ha dejado atrás la tradición gloriosa de la izquierda en su lucha antimperialista y de autodeterminación de los pueblos las voces de Petro, y de paso aquel discurso nacionalista de que se valió el M19 para hacer política batiendo la espada y recurriendo a la gesta de Bolívar como símbolo de independencia y autonomía nacional. Quedó en nada ese arrebato simbólico el día de la posesión de Petro cuando ordenaba ya juramentado traer la espada de Bolívar al escenario cuando Duque se negó a prestarla.

      Petro recibe con sonrisa coqueta a la comandante del Comando Sur de EEUU, unidad militar gringa tristemente célebre para los pueblos latinoamericanos por su papel decisivo en las intervenciones e invasiones imperialistas en América Latina y en la contribución, coordinación y preparación de las nuevas. Para sorpresa de todo el mundo le propuso a la general jefe de esa unidad de las fuerzas armadas estadounidenses la construcción de una fuerza militar conjunta, con helicópteros, so pretexto de proteger la selva amazónica, ubicándola como el “principal problema de seguridad de la humanidad” y exponiéndola en bandeja de plata para las pretensiones injerencistas yanqui, entregando soberanía de manera sumisa; ya no será los derechos humanos, los cultivos de coca, como excusa para intervenir,  invadir y apropiarse de los recursos naturales de los pueblos sino la política del “cambio climático”, la protección de la selva, el agua. Con batallones de militares colombianos preparados por la OTAN, la presencia de asesores y bases militares en varias regiones del país y ahora la fuerza conjunta y la llegada de helicópteros para perseguir connacionales en las selvas colombianas se postra genuflexo aún más el Estado burgués-terrateniente colombiano a los intereses de EEUU. Atrás queda la consigna agitada desde todas las conciencias patriotas “¡Alerta, alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina!” y la conocida consigna de los sectores bolivarianos de “La Segunda Independencia”. Todo supeditado al poder yanqui.

      Petro quiere quedar bien con la burguesía colombiana en todas las áreas de la vida pública, por ejemplo, en temas de política exterior, de relaciones internacionales entre gobiernos. Con la posición política ambigua en el caso del gobierno nicaragüense muestra que es débil e inconsecuente, no es sólido en la doctrina de la autodeterminación de los pueblos y la no injerencia en los asuntos internos. Le da pena, renuncia a una posición libre y autónoma que no sea el discurso manido de la burguesía sobre los derechos humanos.

      Esperar que el gobierno Petro se deslinde de EEUU en cuanto a la política exterior es algo remoto, o que rompa filas en la alineación de Colombia con la OTAN como “socio global”. Tal disposición tendría como señal la eventual salida y ruptura del tratado político-militar con la OTAN que controla los EEUU cosa que parece no está en la agenda de Petro, ni de su canciller conservador Leyva.    

      Otra sujeción al interés del capital transnacional, al imperialismo, al capital financiero es regirse estrictamente por las “recomendaciones” del FMI y organismos internacionales del capital, a la regla fiscal. El equilibrio fiscal del Estado capitalista colombiano ahora es la atención principal del gobierno, cuando en el pasado se criticaba a los gobiernos de derecha por cumplir con los dictámenes del FMI y no declarar la moratoria de la deuda pública o recurrir al default. Doblan la cerviz los progresistas liberales a los intereses financieros por encima del bienestar de su población. Primero hay que pagar la deuda onerosa que dar de comer a su pueblo hambriento, esa es su máxima hoy. Todo parece indicar que dedicarán mayores recursos presupuestales al pago de la deuda externa pública –renta del capital transnacional- que está en el orden de los 399.90 billones de pesos (34% del PIB) que a “pagar la deuda social” del Estado burgués-terrateniente.  Para el año 2023 del PGN (presupuesto general de la nación) proyectado en 405,6 billones de pesos se destinarán al servicio de la deuda 78 billones, mucho más que los destinados a la inversión que serán del orden de 73 billones de pesos.

      Nada más eficaz para arreglar el problema del desequilibrio de las finanzas del Estado capitalista que un gobierno progresista. En efecto, verbigracia el caso colombiano con el gobierno Petro. Con ímpetu y diligencia hace la labor que el capital financiero requiere para seguir usufructuando la riqueza producida por el mundo del trabajo. 

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