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Editorial

Diciembre 29 de 2023

SISTEMA ESCLAVO DE SALUD

Una caricatura del sistema de salud en Colombia

Mientras existan grandes propietarios de dinero y de grandes extensiones de tierra; grandes propietarios de medios de producción, la salud pública en Colombia se parece más a la atención que se les brinda a los animales de carga vg. el burro, la mula o el buey. Los dueños han hecho uso de tales animales hasta agotarlos por completo, terminando con su vitalidad y energía, lacerados, lisiados y apestados. Durante un buen tiempo sus amos tratan de remediar la situación con paliativos o purgantes silvestres machacados para sacarles el calor encerrado o la insolación, cataplasmas puestas sobre las llagas del lomo para cicatrizar entre otras como lo hacían los abuelos amén de que les alimentan con residuos de cocina como concha de plátano o yuca pues casi siempre deambulan al margen de buenos pastos. Renovados con estos menjurjes vuelven a las mismas faenas y así hasta que sus huesos quedan pegados al cuero y entregados por entero a la malicia del zamuro para ser devorados.

   Como, asimilando a la gente lo descrito, una recua se planta en fila, “en cola”  casi siempre junto a los sitios o puntos donde opera la “asistencia en salud”, cuerpos y rostros venidos del trabajo y la miseria, cansados, sin esperanza en nada; unos sin haber probado bocado otros adustos del rigor del trabajo y los años; fruto del embrutecimiento del sistema proletarista; clasificados al extremo; sin poder reflejar bien el mundo y su entorno y motivados por el vivo interés de quién espera recibir una limosna: ─alguien dejó escapar de sus labios la idea: “eso de andar limosneando la salud”─.

 Esta forma de movimiento solo puede venir de alguien protervo, frío de sangre, fiero, voraz cuya filosofía es una miseria destinado a esquilmar a hombres del trabajo y atomizarlos en la muerte y este no puede ser otro que el burgués y el terrateniente. De mente radicada, sumida e inserta en el polvo cósmico y el resbaladizo lodo.

 Los burgueses proletaristas y los terratenientes no pasan por estas, no viven la afrenta, la ignominia que afronta el asalariado esclavo, sometidos, oprimidos, explotados y los puestos en condición de miseria e indigencia, el ejército industrial de reserva que pasa penurias y los parados, incluido el lumpen tiende a padecer las contingencias del sistema y las precariedades de la “salud pública”. Aquí interviene la magia del fetiche dinero, de este ídolo, de este icono de adoración que tiene la fuerza invisible de someter a los humanos que “razonan”; este fetichismo de la mercancía. Para ellos aparece en todo su esplendor la “salud privada” con toda sutileza y delicadeza. Estos sí que reciben la salud plena, la felicidad plena, teniendo todo el dinero del mundo, el poder político del Estado con todos sus componentes. No los toca la discriminación de la medicación y los procedimientos, los tratos degradantes, crueles e inhumanos, el llamado “paseo de la muerte” ni jamás acuden a la “tutela” que para el señor Petro y sus aliados constituye la panacea de la Asamblea Nacional Constituyente de su época mientras se vanaglorian.

    Y la “salud pública” no dejará de ser una quimera mientras existan los contrarios, el antagonismo: propiedad privada sobre los medios de producción social y el proletariado como clase.

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