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REMEMRANDO A MARX

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¿En Cuánto podría contribuir a hallar solución a la existencia del conflicto de clases en la sociedad la conmemoración del natalicio de Marx si se realizara periódicamente? Pues lo pondría en evidencia la calidad del mismo y las tareas posteriores que pusiera en ejecución; los acuerdos a que llegase para cambiar lo existente y el grado de comprensión del movimiento contrapuesto de las clases que actúan en la sociedad. Peor aún hacerlo pasar desapercibido. Aquí está la clave. Muchos son los elementos distractores que la burguesía precipita sobre las masas. Por ejemplo, el proletariado debería percibir teóricamente que durante siglos la ha pasado produciendo todas las riquezas materiales y espirituales mientras ha constituido parte fundamental del sistema capitalista y por ende capaz de producir las herramientas, las armas y la logística para sostener toda guerra llevada a cabo por su amo burgués.


En la actualidad cuando gigantescas masas de productos circulan para caer en las arcas de las finanzas monopólicas vueltas capital monetario, como propietarios de capital, es fácil amasando fortunas, comprar la intelectualidad académica, a quienes conocen lo que puede revolucionar la teoría marxista y esto es así hasta el punto que cunden la desmoralización y la apatía, viviendo cómodos al servicio del capital y esforzándose por silenciar el potencial revolucionario de la teoría de Marx, el archivo de ideas transformadoras, la sepultura a toda iniciativa que cuestione el régimen, para eternizarlo, y el cercenamiento de tendencias que conduzcan a Marx y el marxismo.


La real y total dimensión de la teoría de Marx y Engels reposa en los anaqueles de la historia por conveniencia de la dirección política de la burguesía. Ponerla en práctica es cuestión del proletariado y sus dirigentes políticos. Estos a su vez no se salen de los marcos reformadores y acuden a Marx tan solo para reseñarlo como erudito e incluso en el poder llegan a crear experimentos sociales a lo Owen e Icaria.


Podría argumentarse también que un acto de este talante no sería tampoco la panacea pero algo es atreverse a recordar a Marx, hecho que enfada a la burguesía y los sectores conservadores de la reacción. En cambio todos los años nos damos de sopetón en el calendario con figuras detestables como JULIO, AUGUSTO Y OCTAVIO en los meses de julio, agosto y octubre no siendo nada placentero tener que aceptarlo.
El proletariado tiene a Marx como insigne maestro por haberle enseñado que todo el movimiento económico de la sociedad es material y que la teoría del pensamiento lo que hace es reflejarlo al aparecer, desarrollarse y desplegarse en toda su magnitud. La solución la aporta el mismo movimiento que canaliza el pensamiento teórico y que en Marx es nítido. Por ello es pusilánime, de renegados y de enemigos del proletariado comunista renunciar a Marx y el marxismo.


Es un acto sencillo, modesto; de actitud sobria; pero alegre, porque Marx nos acerca a la libertad, a la aplicación de los sueños más felices de los humanos.


Comencemos con las palabras de Engels al referirse al papel por él jugado en la unidad del trabajo con Marx y que luego continuó defendiendo: “Toda mi vida he hecho-escribía a Becker-aquello para lo que estaba destinado: tocar el segundo violín, y creo que no lo hacía mal del todo. Estaba satisfecho de tener un primer violín tan magnífico como el de Marx. Cuando inesperadamente he de ocupar el lugar de éste, en lo que se refiere a la teoría y manejar el primer violín, no es de extrañar que cometa algún que otro fallo, y nadie se da cuenta de ello mejor que yo.”


Engels seguía en lucha. En carta a K. Kautsky, 4 de septiembre de 1892, desenmascara la Sociedad Fabiana en Inglaterra (liberales burgueses llamados a sí mismos socialistas). Le escribe: “Se trata de una camarilla de ‘socialistas’ burgueses de distinto género, desde arribistas hasta socialistas sentimentales y filántropos a los que solo une el temor ante el dominio que se avecina de los obreros; están dispuestos a todo para evitar este peligro, reservándose la dirección para sí, para los ‘instruidos’.”


En defensa de la doctrina sobre la dictadura del proletariado Engels escribió: “Últimamente, las palabras ‘dictadura del proletariado’ han vuelto a sumir en santo horror al filisteo socialdemócrata. Pues bien, caballeros, ¿queréis saber qué faz presenta esta dictadura? Mirad a la Comuna de París: ¡he ahí la dictadura del proletariado!”


“¡Proletarios de todos los países, uníos!” Esta consigna la adoptó un congreso de la Liga de los comunistas celebrada en junio de 1847 luego de cambiar de nombre la anterior Liga de los justos a raíz del triunfo de la corriente marxista allí; en lugar de la consigna “Todos los hombres somos hermanos”


En febrero de 1848 se publica el Manifiesto del Partido Comunista encargo hecho a Marx y Engels por el II congreso de la Liga y redactado de esta forma para constituirse en el programa de la asociación. Documento de trascendental importancia política y teórica. Editado en vísperas de la revolución de febrero de 1848, comienza a desempeñar la misión de unificador de las fuerzas revolucionarias. Testimonio de su papel en el desarrollo ulterior son las expresiones de Engels al referirse a las distintas traducciones ya para 1890 “...El socialismo representaba en 1847 un movimiento burgués; el comunismo un movimiento obrero. El socialismo era, al menos en el continente, muy respetable; el comunismo era todo lo contrario. Y como nosotros ya en aquel tiempo sosteníamos muy decididamente el criterio de que ‘la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma’, no pudimos vacilar un instante sobre cuál de las dos denominaciones procedía elegir. Y posteriormente no se nos ha ocurrido jamás renunciar a ella. ‘¡Proletarios de todos los países, uníos!’ Solo unas pocas voces nos respondieron cuando lanzamos estas palabras por el mundo, hace ya cuarenta y dos años, en vísperas de la primera revolución parisiense, en que el proletariado actuó planteando sus propias reivindicaciones. Pero, el 28 de septiembre de 1864, los proletarios de la mayoría de los países de la Europa Occidental se unieron formando la ‘Asociación Internacional de los Trabajadores’, de gloriosa memoria. Bien es cierto que la Internacional vivió tan solo nueve años, pero la unión eterna que estableció entre los proletarios de todos los países vive todavía y subsiste más fuerte que nunca, y no hay mejor prueba de ello que la jornada de hoy. Pues hoy, en el momento en que escribo estas líneas, el proletariado de Europa y América pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por vez primera en un solo ejército, bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de la jornada normal de ocho horas, proclamada ya en 1866 por el Congreso de la Internacional celebrado en Ginebra y de nuevo en 1889 por el Congreso Obrero de París. El espectáculo de hoy demostrará a los capitalistas y a los terratenientes de todos los países que, en efecto, los proletarios de todos los países están unidos. ¡Oh, si Marx estuviese a mi lado para verlo con sus propios ojos!” (Londres 1 de mayo de 1890) En el artículo “Actitud de los comunistas respecto a los diferentes partidos de oposición” escrito por Marx y Engels en diciembre de 1847-enero de 1848 señalan: “Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar.”


Karl Marx nació en Tréveris ciudad del Rin, Alemania, en la provincia renana el 5 de mayo de 1818; hijo de un abogado. Ingresa a la universidad en 1835, terminado el liceo. Primero en la de Bonn y luego en la de Berlín. Culmina la facultad de derecho en 1841. Dedica gran atención a estudiar historia y filosofía. Su tesis: Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la filosofía de la naturaleza de Epicuro. Obtuvo el título de Dr. En Filosofía.


En las circunstancias en que por esos días escribe su tesis tiene que ser comprensible a dónde había llegado el joven Marx en los problemas filosóficos en debate, y por el movimiento general de la sociedad; además de la bruma que envolvía el pensamiento por esa época.


En Materialismo y Empiriocriticismo escribe Lenin, “En la teoría del conocimiento, como en todos los demás dominios de la ciencia, hay que razonar dialécticamente, o sea no suponer que nuestro conocimiento es acabado e invariable, sino analizar el proceso gracias al cual el conocimiento nace de la ignorancia o en virtud del cual el conocimiento incompleto e inexacto llega a ser más complejo y exacto.”


Se enfrenta la forma ideológica en cómo sacudirse, zafarse, alejarse, desprenderse del cúmulo de dogmas arrumado durante la Edad Media, de transcurrir lento, y se discute la manera de abordar los fenómenos económico-sociales nuevos que surgen y que confrontan. El pensamiento avanza y se endereza bajo las condiciones del desarrollo del régimen capitalista y por las manifestaciones claras de sus contradicciones. La revolución burguesa derriba lo intangible, la voluntad divina, el poder real, y deja al descubierto al proletariado como clase revolucionaria.


Afianzó la posición de clase que debía asumir de ahí en adelante, al elegir a Demócrito y Epicuro. Demócrito (siglo v ane) formula la teoría de la estructura atómica de la materia y de la conexión causal de todos los fenómenos naturales. Leucipo sentó las bases de la atomística antigua y Demócrito desarrollo todo un sistema de materialismo basado en la concepción atómica. Fundamento de los fenómenos: los “átomos”, en griego (indivisible), y el vacío. Los átomos se movían como un proceso eterno, sin comienzo en el tiempo y se combinaban, agrupaban y disociaban, originaban los cambios y todo cuanto aparecía y desaparecía en la naturaleza. Teoría atomística de la estructura de la materia. Después de dos mil años se ha podido demostrar y confirmar experimentalmente. Entendía el movimiento de los átomos como el desplazamiento, combinación y disociación de éstos (tendencia mecanicista). Desplaza de todas maneras la idea contemplativo-sensorial. Demócrito declaraba que; “prefería descubrir una explicación causal a ocupar el trono de Persia.” Según Leucipo y Demócrito “ninguna cosa nace sin causa, sino que todas surgen obedeciendo a un fundamento y en virtud de la necesidad.” Cuanto existe se halla causalmente determinado; necesario, sujeto a leyes. Determinismo. Llegó a negar la casualidad.


Importante la idea de Demócrito según la cual la base del conocimiento, del pensamiento teórico, es la experiencia sensible.


Epicuro (341-270 ane) desarrolló y llevó adelante el materialismo atomístico de Demócrito. A su modo de ver los átomos no solo caían de arriba abajo por acción de la gravedad, sino que poseían además la propiedad, de desviarse, bajo su propio impulso hacia los lados. Con esto se sobrepone a cierto matiz fatalista de Demócrito y llegaba a la conjetura dialéctica de que la fuente de movimiento de la materia reside en ella misma.


De rerum natura (sobre la naturaleza), poema de Lucrecio (99-55 ane)
Por si de la nada fuesen hechos,
podría todo género formarse
de toda cosa sin semilla alguna.
Los hombres de la mar nacer podrían,
de la tierra los peces y las aves,
lanzáranse del cielo los ganados,
y las bestias feroces como hijos
de la casualidad habitarían
los lugares desiertos y poblados:
los mismos frutos no daría el árbol,
antes bien diferentes los daría;
todos los cuerpos produjeran frutos.

Única obra casi integra; es inspiradora del pensamiento marxista a través del tiempo.


Heraclito de Efeso (siglo VI comienzo del V ane). Veía en el alma uno de los estados transitorios del fuego y Demócrito la concebía como una combinación de átomos redondos y dotados de rápido movimiento, semejantes a los que formaban el fuego. Intentos de explicar materialmente la conciencia; propiedad y función de la materia altamente organizada.


Sobre el materialismo antiguo de Tales, Anaximandro y Anaximenes (siglo VI ane); del “principio” único; agua, apeiron, aire, Engels, en Dialéctica de la naturaleza decía: “Tenemos ya aquí, pues, todo el originario y tosco materialismo, emanado de la naturaleza misma y que, del modo más natural del mundo, considera en sus comienzos la unidad dentro de la infinita variedad de los fenómenos de la naturaleza como algo evidente por sí mismo, buscándola en algo corpóreo y concreto, en algo específico, como Tales en el agua.”


En la doctrina de Heráclito cobra acusado relieve la conexión orgánica del materialismo de los antiguos con la manera espontánea dialéctica de abordar la realidad. Lo primero que salta a la vista cuando se contempla la naturaleza y la vida social es un cuadro de cambios universales, de desplazamiento de unos fenómenos por otros, de nacimiento y muerte. La dialéctica espontánea surgió en la antigüedad simultáneamente con el materialismo. En el Anti-Dühring se lee “Esta concepción del mundo, primitiva, ingenua, pero en esencia acertada, es la de los antiguos filósofos griegos y aparece expresada claramente por vez primera, en Heráclito: todo es y no es, pues todo fluye, se halla en constante transformación, en incesante nacimiento y caducidad.


Como hegeliano de izquierda dirigido por Bruno Bauer trataba de sacar conclusiones ateas y revolucionarias de Hegel. F. Mehring dice que pronto Bauer y Koeppen reconocieron la superioridad intelectual de Marx. En 1842 pasó a ser redactor jefe de la gaceta del Rin fundada en Colonia por la burguesía de Renania. Allí defiende los intereses de los campesinos, ataca a los terratenientes y se declara en pro de la libertad de prensa. Aquí es ya una posición revolucionario-democrática, demócrata-revolucionario.


Hegel defiende la nobleza y en parte la burguesía; Marx es portavoz de los trabajadores.


Refiriéndose a la leyenda de Prometeo y Hermes en el prólogo de su tesis dice: “Prometeo es en el calendario filosófico el más noble de los santos y de los mártires.” Prometeo aparece como luchador que defiende los intereses de todos los hombres, mientras que el segundo es un verdadero lacayo de Zeus. La tesis doctoral está impregnada aún de la concepción idealista hegeliana.


Marx se hizo partidario de Feuerbach luego de que éste publicara su obra La esencia del cristianismo, en 1841. Para Feuerbach las ideas religiosas son expresión de la “esencia” humana. Lo terreno. Este trabajo y Principios de la filosofía del porvenir contribuyen al paso de Marx del idealismo al materialismo.


En Hegel halló Marx la dialéctica, la parte revolucionaria de esa concepción a pesar de la insuficiencia que adolecía esta doctrina. Las geniales conjeturas sobre el desarrollo, las contradicciones como fuente del movimiento, el desarrollo a saltos, la interdependencia de los fenómenos, etc. Para Hegel las contradicciones existen solo en el pensamiento y su solución radica en la idea absoluta. En cuanto al desarrollo, se refiere únicamente al pasado y no al presente y al porvenir. Marx, aplica la dialéctica al estudio de la naturaleza circundante, y reelabora la dialéctica de Hegel desde el punto de vista materialista.


En Colonia, en 1842, conoce personalmente a Engels. En 1844 discuten ampliamente sus puntos de vista y se ponen de acuerdo en todo cuanto les preocupa. Lenin escribe sobre esta amistad: “Las leyendas antiguas ofrecen ejemplos conmovedores de amistad. El proletariado europeo puede decir que su ciencia ha sido creada por sabios y militantes cuyas relaciones personales rebasan las leyendas antiguas más conmovedoras relativas a la amistad entre los hombres.”


Los trabajos escritos de Marx todos, sus obras, son sumamente importantes, en especial El capital. Lenin dice al respecto: El capital es “la obra básica y fundamental en que se expone el socialismo científico.” Contiene la exposición de la doctrina económica de Marx.


En 1867 apareció el tomo I de El capital y fue un gran acontecimiento histórico. Vino la “conjuración del silencio” de los científicos burgueses. Dice Engels: “Desde que hay en el mundo capitalistas y obreros, no se ha publicado un solo libro que tenga para los obreros la importancia de éste.”


En el prólogo Marx dice: “El objetivo de esta obra consiste en mostrar la ley del desarrollo...de la sociedad contemporánea...” Lenin escribe: “Este libro...mostró por completo al lector la formación social capitalista como un ser vivo, con sus costumbres, con su manifestación social y real del antagonismo de clases, inherentes a las relaciones de producción, con su supraestructura política burguesa, encargada de proteger el dominio de clase de los capitalistas, con las ideas burguesas de libertad, igualdad, etc., con las relaciones familiares burguesas.”


En 1885 Engels publica el tomo II de El capital. Se die en el tomo III: “En el libro I se investigaron los fenómenos que ofrece el proceso de producción capitalista considerado de por sí, como proceso directo de producción, prescindiendo por el momento de todas las influencias secundarias provenientes de causas extrañas a él. Pero éste proceso directo de producción no lleva toda la órbita de vida del capital. En el mundo de la realidad aparece completado por el proceso de circulación, sobre las que versaron las investigaciones del libro II.”


En 1894 aparece el tomo III preparado para la imprenta por Engels. La finalidad del III tomo consiste en “descubrir y exponer las formas concretas que brotan del proceso de movimiento del capital, considerado como un todo.” Marx escribe: “Las manifestaciones del capital, tal como se desarrollan en este libro van acercándose, pues, gradualmente a la forma bajo las que se presentan en la superficie misma de la sociedad a través de la acción mutua los diversos capitales, a través de la competencia, y tal como se reflejan en la conciencia habitual de los agentes de la producción.”


El IV tomo, “Teorías de la plusvalía”, fue publicado por Kautsky entre 1905-1910. Engels dice de las Teorías: son “una historia crítica detallada de lo que constituye el punto cardinal de la economía política.” Kautsky desfiguró y mutiló esta parte de El capital.


Marx y Engels examinaron con espíritu crítico las doctrinas de sus antecesores y llevaron a cabo una revolución en la ciencia social y la pusieron al servicio de la clase más avanzada: el proletariado. Lenin escribió: “Marx fue el continuador y coronador genial de las tres corrientes ideológicas fundamentales del siglo XIX perteneciente a los tres países más avanzados de la humanidad: La filosofía clásica alemana, la economía política clásica inglesa y el socialismo francés.”


Sobre materialismo histórico. “Desde la implantación de la gran industria, es decir, por lo menos desde la paz europea de 1815, para nadie era ya un secreto en Inglaterra que toda la lucha política giraba aquí en torno a las pretensiones de dominación de dos clases: La aristocracia terrateniente (lander aristocracy) y la burguesía (middle class). En Francia, se hizo patente este mismo hecho con el retorno de los Borbones. Los historiadores del período de la restauración, desde Tierry hasta Guizot, Mignet y Thiers, lo proclamaban constantemente como el hecho para entender la historia de Francia a partir de la Edad Media. Desde 1830, en ambos países se reconoce como tercer beligerante en la lucha por el poder a la clase obrera, el proletariado. Las relaciones se habían simplificado a tal punto que había que cerrar intencionadamente los ojos para no ver en la lucha de estas tres grandes clases y en el choque de sus intereses la fuerza propulsora de la historia contemporánea.” (Marx y Engels, obras escogidas).


La revolución burguesa francesa de 1789-1794 produjo una amarga decepción haciendo aparecer a su vez los hombres que formularan esa decepción con el cambio de siglo. Saint-Simon, Fourier y Owen. Se lee en el Anti-Dühring “A la inmadurez de la producción capitalista y de la situación de clases correspondieron teorías inmaduras. La solución de las tareas sociales, aún ocultas en la situación económica no desarrollada, tenía que obtenerse de la cabeza. La sociedad no ofrecía más que abusos y maldades; eliminarlas era tarea de la razón pensante. Se trataba de inventar un nuevo y mejor sistema del orden social, y de decretarlo y concederlo luego a la sociedad desde fuera, mediante la propaganda y, caso de ser posible, mediante el ejemplo de experimentos modelos. Estos nuevos sistemas sociales estaban desde el principio condenados a ser utópicos; cuanto más cuidadosamente se elaboraban en detalle, tanto más resueltamente tenían que desembocar en la pura fantasía.”


Lo dicho hasta aquí permite reflexionar hondamente. Los anatemas, la estigmatización, la satanización, la condena del marxismo por la burguesía es la prueba de su incapacidad, de su cobardía, de su inconsecuencia; es una posición de combate y frontal contra el proletariado. Marx la condenó al rezago, y esto no lo perdona.


Los humanos hoy sienten orgullo de las enseñanzas de Marx, de tener un guía orientador, de ser sus discípulos; de caer en cuenta de las falencias; por despertar la conciencia para mirar el mundo y transformarlo, por hacer posible que el conocimiento penetre la naturaleza.


Muchos dejan de lado al proletariado y esto no es casual. Se lanzan tras el cristianismo y otras formas de organización social y de conciencia para realizar la revolución. Lo que se ha pretendido construir ha sido sin consistencia sólida. Más bien van al encuentro del burgués después de perder las batallas. Se acude a toda figura social y se da la espalda al proletariado; independentistas, soberanos, afloran aquí y allá; oportunistas, aventureros, detractores: se les encomienda y delega la revolución proletaria comunista. Preguntemos: ¿Cuántos toman al proletariado como revolucionario? La ciencia se subvierte como Dühring en su tiempo; contra Marx y el marxismo. La teoría de Marx es para fundirla con el proletariado; para provocar conmociones revolucionarias.


En búsqueda de las soluciones la sociedad comunista debe ser una lucha consciente entre el proletariado en producción y la ciencia, pero como contradicción necesaria y fundamental de la sociedad. Es decir, dinámica social resolviendo las dificultades del desarrollo económico y espiritual de la sociedad, la superación y la utilización adecuada de todos los medios y recursos de la naturaleza. La tarea inmediata debería consistir en que el proletariado tome por asalto todo lo que comprometa la producción de energía incluida sus fuentes más próximas como también, las distintas formas de comunicación. ¡Ahí está el poder!


Aparentemente la lucha de clases esta diluida e imperceptible. Es el testimonio que ha madurado el sistema y que mágicamente tienen que volverla una quimera ideológica.


La burguesía en su inteligencia acude a restaurar el “tejido social”; ordena restañar el auge revolucionario; su estructura de vez en cuando cimbra, se reciente con los traspiés del capital, de los modelos socialistas y que supera de manera progresiva, ¡ay! Siempre nubla las ilusiones y tópicos de la utopía socialista; los preludios de la revolución son hechos utopía.


La expansión del capital de las potencias quiere someter al mundo; pretende sofocar todo brote revolucionario; resiste su agonía para perpetuarse pero el marxismo no será su ayuda. Su fuerza decae como sus posibilidades; su estructura no le es funcional, todo el movimiento es precario y se presiente lo trágico, lo inevitable. En tales condiciones, ¡qué tantas cosas más en sus delirios y en el estertor quieres que quepan, que ingresen, hacer entrar en su sistema, señor burgués? Ya ni nuevas teorías, tan pobres como tu sistema, que quedarán diluidas en tu prosperidad general.
 

“¡Proletarios de todos los países, uníos!” Sé beligerante. ¡Tomad lo que tengas que tomar!


 

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