LAS REFORMAS TRIBUTARIAS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Así reza un párrafo en un artículo de interés de una página virtual y que puede encajar bien en lo que tiene que ver con la obligación o cumplimiento a la banca mundial de la regla fiscal: 

      “Lo mismo sucede con los países cuando no son autosuficientes en materia financiera, si recurren a la banca internacional y no pueden comprobar que tienen con qué pagar, seguramente no les van a prestar, pero si cumplen con ciertas condiciones y logran demostrar que pueden devolver el dinero, podrán verse beneficiados con el crédito, y una reforma tributaria puede crearse para cumplir dichas condiciones impuestas o para mostrar que los recursos con que se va a pagar el préstamo van a salir del aumento en la recaudación, que viene con dicha reforma.”

     El tema de las reformas tributarias suscita un interés activo en todos los sectores sociales por la modificación, aumento o disminución de los gravámenes o impuestos y mueve a la “opinión pública”. También genera beligerancia de la clase proletaria y trabajadores en general hasta tal punto que le significa al gobierno de turno el rechazo enardecido y la movilización en todos los órdenes en su contra, a la vez baja lo que se ha solido llamar en los medios de comunicación su “popularidad”. Las reformas impulsadas desde el Estado por cada gobierno se tratan de imponer a las masas proletarias moviendo todo el arsenal ideológico y propagandístico en poder de la burguesía. La reforma tributaria del año 2019, llamada eufemísticamente por el gobierno Duque “ley de crecimiento y generación de empleo”, pretendió modificar el sentido y significado de lo que es una reforma tributaria y la modificación en el régimen tributario.

     Analicemos claramente qué son los impuestos, como el ingreso público más importante. Hay que decir que algunos dividen los impuestos entre aquellos que gravan a los “burgueses capitalistas” y los que gravan a los “trabajadores” resaltando que es más gravosa la carga impositiva de los trabajadores con respecto a los burgueses capitalistas como resultado de la lucha entre ellos dado que en últimas son éstos los que se imponen. Vistos los impuestos de esta forma supondría que constituyen una especie de expropiación de los beneficios del capital, que no se da por el lobby del capital en el terreno político que hace trasladar los impuestos a los salarios e ingresos de los trabajadores; además se presenta otra presión a través de la formación de precios que está en manos de las empresas que los elevan cuando hay aumento de los impuestos. Esta orientación tiene en cuenta que existe una rivalidad entre clases sociales, es decir reconoce que existe lucha de clases en el abordaje del problema de los impuestos; pero a la vez desconoce la teoría del valor-trabajo, no acepta que es el trabajo el generador de valor, sino que por el contrario asume que los ingresos son “retribuciones de los factores productivos”, se inscriben así en lo que se ha llamado el enfoque “neoclásico” y que domina en la doctrina liberal y neoliberal de la economía. Tal como se observó en el debate sobre el proyecto de ley de reforma tributaria, vuelta ley, en el congreso de la república del año 2019, y hoy vigente, la “ponencia alternativa” de la oposición liderada por Colombia Humana, el partido Verde, el POLO, las FARC se inscriben en esa óptica. Asumen una postura liberal de los impuestos y desconocen que es el trabajo la fuente del valor.

     Una visión más cercana a la realidad es aquella que reconoce  el trabajo productivo como creador de bienes materiales, de riqueza social y económica, el generador de todo valor en la sociedad proletarista de hoy y que por lo tanto los impuestos son una forma de apropiación de la plusvalía por cuanto precisamente siendo el trabajo fuente de todo valor es imposible no sostener que toda forma de apropiación del valor que no sea la retribución directa a los proletarios es una forma de apropiación de la plusvalía. O sea, las reformas tributarias de los impuestos no son más que una parte modificada del trabajo impago (plusvalía) a los proletarios por el propietario de dinero en el proceso de producción, como lo son también el reparto de la plusvalía en renta del suelo, el descuento comercial e incluso el diezmo o sostenimiento de las iglesias u otras participaciones de profesiones liberales.

     De este análisis se concluye que el impuesto no es una forma de “redistribución del ingreso”, ni puede ser una apropiación de un “beneficio del capital”, sino apropiación de plusvalía. Si para efectos de ilustrar se requiere representar la situación a través de una ecuación en el que se ven los posibles efectos de los impuestos expresando el ingreso nacional como I=pl+v, aquella podría ser así: I=T+C+v; de donde I=Ingreso nacional; T=impuestos; C=otros: consumo capitalistas, intereses, etc.; v= capital variable. Si aumentan los impuestos en 1 para mantener la ecuación se requiere que: C disminuya en 1; que v disminuya en 1; o que I se incremente en 1 quedando así: I = (T+1) + (C-1) + v; I = (T+1) + C + (v-1); I+1 = (T+1) + C + v. De donde se concluye que: la introducción o aumento de un impuesto nunca disminuye la plusvalía, sino que la mantiene o la aumenta; la introducción o aumento de un impuesto mantiene o menoscaba la participación de los salarios en el valor total, pero nunca la mejora; la introducción o aumento de un impuesto mantiene o disminuye la masa salarial total, pero nunca la incrementa.

     Si bien es cierto que las reformas tributarias de los gobiernos de turno burgueses insertados en la corriente dominante desde hace décadas pretenden disminuir los impuestos al capital, a los capitalistas vía reducción del impuesto de renta a las empresas (hoy del 30%) sobre la falacia demagógica de generar empleo y crecimiento; y de toda clase de exenciones o gabelas y aumentan los impuestos indirectos como el IVA, que afectan aún más los ingresos de los trabajadores y en general de los pobres, pretender contrarrestar esa política argumentando bajo una crítica la falta de progresividad del impuesto de tal manera que los que “tengan más paguen más impuestos y los que tienen menos paguen menos impuestos” no es más que buscar la fiebre en las sábanas, o perpetuar el régimen actual que tanto critican como desigual, cuando de lo que se trata es que definitivamente no exista régimen de impuestos destruyendo este Estado de clase que a través de su sistema tributario y el gasto público solo busca expoliar aún más al proletariado, único generador de riqueza en la sociedad actual.

     La “redistribución del ingreso” vía impuestos es una falacia en este régimen. Petro lo dijo, “estamos de acuerdo con ustedes”, la burguesía, en promover el empleo (esclavitud asalariada) y la producción, el crecimiento económico capitalista; ambos proponen lo mismo, burguesía y pequeña burguesía, solo que la diferencia es “el cómo”, diciéndolo abiertamente Petro en el recinto del parlamento burgués. Atribuirle propiedades de “redistribución del ingreso” a los impuestos, de justicia, de progresividad para la “equidad” o el extremo de ser estímulos a la “generación de empleo” es solo el discurso ideológico para legitimar el ejercicio del poder del Estado y todo el régimen social imperante generando la creencia de que es un instrumento para la igualdad y la “redistribución de la riqueza” a favor de los trabajadores, cuando ocurre todo lo contrario, perjudicándolos aún más.

     Los tributos como columna del Estado en una sociedad mercantil lo muestran claramente Engels y Marx cuando se refieren que son para mantener la maquinaria del Estado y su burocracia parasitaria, funcional a la reproducción de las relaciones capitalistas de producción, es decir, la explotación de una clase, que produce (proletariado), por otra (burguesía)que se apropia de la plusvalía (plusvalor). Ni los tributos, ni el gasto público como instrumentos de política fiscal constituyen herramientas para hacer una transición hacia el socialismo, o las pretensiones ilusas de redistribución de la riqueza mediante las reformas fiscales y los impuestos.